Hace tiempo tuve una aventura con una vieja bien pinche buena, tenía unas tetotas bien sabrosas y una panocha bien rasurada, ni un puto pelo.
A esta pinche vieja le encantaba que me la cogiera en la calle, salíamos por ahí a cualquier pinche baresillo barato y de camino a su casa me pedía que le metiera los dedos en la panocha y yo hasta me la culeaba con los dedos. Un día camino a su casa nos fuimos a un parquesillo que estaba cerca y se bajo los calzones y me la empezó a mamar mientras ponía mis manos en su panocha y culo para que la dedeara a gusto.
Me la cogí en la calle, en el parque, en un baño de una cantinucha, en moteles, en mi casa, en mi oficina, mientras andábamos en el auto... en fin, me la cogí en todos lados. Le encantaba mamar verga.
Pinche vieja puta, además de todo era casada, cuando empezamos a coger ella estaba separada de su esposo pero aún seguía casada, el bato es todo un pendejo, según contaba el pedazo de puta que agarre a su marido le daba hueva coger, así que ya tenía como cuatro meses de separada.
Lo malo de todo este pedo es que la pinche vieja era muy pinche posesiva, a todas horas quería que nos viéramos, así que en un mes la mandé a chingar a su madre.
La pinche vieja quedó embarazada, a huevo, pues si es bien pinche cogelona. Pues se puso panzona la perra y no le quedó otra que volver con el pendejo de su esposo y hacérselo pendejo y decirle que es el padre del pinche mocoso ese, que no es por presumir pero me quedo chido el morrillo.
Ahora que el pinche chavalo salió de la perra esa, a ésta se le ocurre hablarme para decirme que ya nació el morro. ¡Que se vaya a la verga!. Para eso tiene a su pinche marido joto, que se chingue el otro pendejo.